Sin confianza es imposible gobernar

articulo-opinion-raul-diez-canseco-B-17-mayo-2022

Escribe: Raúl Diez Canseco Terry *

Se pueden analizar múltiples indicadores para demostrar el nivel económico en el que encuentran nuestras economías en la región, pero hay uno fundamental que ha merecido un estudio del Banco Interamericano de Desarrollo, que resulta crucial para entender lo que viene ocurriendo en el Perú: la confianza.

En general, para gobernar y para estimular la recuperación económica en América Latina y el Caribe es necesario fortalecer la confianza en todos los niveles: desde el personal hasta el institucional. La desconfianza, por tanto, no es solo un problema social que heredamos de un proceso histórico cuyas fracturas aún no terminan de cerrar; se ha convertido en un problema que limita el desarrollo socioeconómico y la gobernanza en la región.

Nueve de cada diez personas en la región desconfían del prójimo. Esto no ocurre, por ejemplo, en los países de la OCDE, donde existe una fuerte amalgama social que favorece las relaciones interpersonales e institucionales.

En política, la confianza se traduce como transparencia en los actos públicos, pero también en las promesas que se ofrecen y, sobre todo, en la voluntad de cumplirlas. No es posible ver un consejo de ministros descentralizado cada dos días con ofrecimientos y compromisos usados más como actos de propaganda que como gestión de gobierno.

El estudio del BID no deja margen de duda: altos niveles de confianza producen democracias más sólidas, aumento del emprendimiento y la innovación, y mayor crecimiento de las empresas. Cuando ello ocurre, crece también la recaudación de impuestos, mejora la inclusión financiera y se incrementa la demanda de bienes y servicios; todo lo cual mejora las expectativas ciudadanas. 

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Los países con mayor confianza tienen mayores niveles de productividad, en tanto que los países con menores índices de confianza, como el nuestro, tienen una economía informal más grande en relación con su PIB. Para nadie es un secreto que durante la pandemia fue en Latinoamérica donde el PIB regional se contrajo 7%, más de tres puntos porcentuales por encima del promedio mundial.

La confianza institucional es clave para el sostenimiento de la democracia. Lamentablemente, el Jurado Nacional de Elecciones, el máximo órgano en materia electoral, ha sido seriamente cuestionado, generando dudas y desconfianza en el desarrollo de los próximos comicios municipales y regionales.

No olvidemos que la transparencia de las elecciones estuvo en la mesa en la última elección nacional. En muchos casos, los partidos políticos no han logrado realizar procesos primarios competitivos; y a diario vemos nuevos casos de corrupción. Todo ello lesiona la confianza y, por ende, la gobernanza democrática.

La más reciente demostración de desconfianza la ha dado el propio presidente del Consejo de Ministros cuando los congresistas le cuestionaron y preguntaron, durante su interpelación, por qué no viajaba a Apurímac para atender el problema de Las Bambas.

“¿Qué vaya para que me puedan secuestrar? No, pues”, respondió un desconfiado Aníbal Torres. Mientras el premier se resiste a solucionar la crisis minera, el país pierde 39 millones de soles diarios por la paralización. Esto y más nos cuesta la desconfianza. El país se descompone día a día quebrando la confianza. Y bien sabemos que sin confianza es imposible gobernar.

* Ex primer vicepresidente del Perú y ex secretario general nacional de Acción Popular.

Publicado en el Diario Expreso, sección Opinión, 17-05-2022

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