La sociedad emprendedora a la que aspiramos (II)

la sociedad emprendedora

País global

Las economías siguen en transición: desde la exploración y explotación de materias primas hasta la producción industrial, y de esta a la economía del conocimiento, basada en el servicio y la información. Los peruanos debemos valorar la oportunidad de este cambio económico porque ofrece la posibilidad de alcanzar, en algunos rubros, a otros países más adelantados.

Sin duda alguna, la tecnología virtual ofrece la oportunidad de hallar en donde nos imaginemos nuevos empleos, adquirir nuevas habilidades, estudiar nuevas carreras, establecer y expandir nuevos negocios.

Esto porque en la dinámica global, donde la información fluye abiertamente y sin cesar, los ciudadanos están mejor informados y los requisitos para alcanzar el éxito económico se hacen más accesibles. Los productos y los servicios no se pueden mantener estáticos porque los consumidores definen sus movimientos.

Esto se debe a que la información y el potencial de las tecnologías digitales y satelitales es trascendente y modifica permanentemente las modas y las formas de comercio, las maneras de aprender y las maneras en que nos comunicamos.

País democrático

En el mundo, no solo en el Perú, se observa con desencanto la política, sobre todo entre los jóvenes. Este fenómeno tiene un lado positivo: la ciudadanía ya no depende de los políticos para solucionar sus problemas. Ha aprendido a asumir la responsabilidad por sus propias vidas. Además, sabe que, en un mundo más complejo e interdependiente, el político es menos relevante que antes.

En buena hora, dirían algunos: al fin no estamos sometidos a las utopías de élites dogmáticas y autoritarias. En realidad, la globalización ha significado la reafirmación de tendencias que orientan la acción del hombre, de los gobiernos y de los Estados.

La vigencia de una democracia auténtica hará un Perú donde, por inercia o influjo de la libertad, se privilegie la creatividad sobre el conformismo, la honestidad sobre la hipocresía. Una democracia bien conducida garantizará la confianza y la estabilidad, aspectos básicos para lograr un crecimiento armónico y un desarrollo sostenido. Si mantenemos estas ideas fuerza, se garantizarán los tres elementos indispensables para el progreso: emprendimiento, sostenibilidad y confiabilidad.

País solidario

Una sociedad debe actuar sin titubeos para revertir la extrema pobreza. No es posible seguir con estilos de gestión ineficiente en el manejo de recursos económicos y financieros destinados a luchar contra ella, o continuar con políticas asistencialistas que, en vez de generar una respuesta creativa de los pobres, promueven el abandono de sí mismos o el conformismo. En una nación como la nuestra, los escasos recursos deben potenciarse en el sentido de máximos rendimientos. Es decir, hay que enseñar a producir.

En un país de emprendedores, la revolución solidaria determinará cambios que, además de impulsar la defensa del medio ambiente, de los derechos humanos, de la niñez, reconocerán en el factor humano un potencial susceptible de salir adelante por sí solo.

Se trata, asimismo, de promover un modelo distinto de cultura solidaria, capaz de afianzar la armonía social.

La solidaridad es uno de los valores fundamentales de las sociedades modernas, imprescindible para garantizar la convivencia humana. Como dijo el extinto Santo Padre Juan Pablo II: “No habrá una paz duradera si no viene acompañada de equidad, verdad, justicia y solidaridad”. Por eso, debemos trabajar para globalizar la solidaridad.

País con valores

La educación sigue siendo la gran polea social de transmisión de valores que toda sociedad debe preservar para reconocerse como tal. Por eso, necesitamos un sistema educativo con la misión de transmitir conocimientos científicos o técnicos y formar conciencias ciudadanas comprometidas con la defensa de los conceptos del orden moral.

¿Cómo afrontar un mundo donde todas las cosas se ofrecen como posibles, en una sociedad en la cual el tiempo es cada vez más escaso y vivimos momentos difíciles y nebulosos? Juzgo que fortaleciendo una conciencia ética, que no es un dato remoto o abstracto, sino una fuerza en acción. Los valores éticos, la sociabilidad moral, son fundamentales para un país saludable y para la felicidad de sus miembros. Por el contrario, la prepotencia, la mentira, la injusticia, la violencia, entre otros, son antivalores que degradan la convivencia humana.

En sus programas de formación de ejecutivos, las principales escuelas de negocios del mundo moderno incluyen materias sobre ética de los negocios, lo que demuestra la importancia de esta disciplina. Por lo demás, las grandes empresas establecen códigos de ética que deben suscribir sus directivos y empleados al ingresar a las organizaciones.

Tomado del libro “Perú. País de emprendedores” de Raúl Diez Canseco Terry.

Lea aquí más extractos de este libro

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