Señor presidente,
¿Se ha puesto a pensar que, aunque usted no será candidato en las elecciones del próximo año, puede ganarlas igualmente? Quizá le parezca una incongruencia, pero no lo es. Porque usted puede ganar algo más valioso que un proceso electoral: puede ganar la confianza del pueblo, puede devolvernos la fe, la alegría, la esperanza.
Y si logra eso, si logra reconciliar al Perú consigo mismo, habrá ganado la elección más importante: la de la historia.
Porque ese día, los peruanos ya no votaremos con el hígado, sino con la cabeza y con el corazón. Votaremos con esperanza, sabiendo que sí es posible vivir en democracia, que sí es posible tener un gobierno honesto, que sí se puede avanzar sin corrupción. Y que sí se puede concertar con el Congreso, siempre que —como ciudadanos— también aprendamos a elegir un Congreso que sume y no divida.
Muchos dirán que nueve meses de gobierno son pocos. Yo pienso lo contrario: son una eternidad, si se aprovechan bien. Se lo dice un ex primer vicepresidente que tuvo seis meses de gobierno como viceministro de Turismo en el primer periodo de Fernando Belaunde y logramos entregar el tren cerrojo a Machu Picchu, un sistema que se usa hasta hoy. Imagine, presidente, todo lo que puede hacer en nueve meses si pone por delante la integridad, el trabajo y la fe.
Para empezar, no permita que nadie use su nombre para corromper el gobierno. Apoye a la Policía Nacional, aún con las limitaciones que todos conocemos. Quizás la PNP no cuente con los mejores equipos, pero puede equiparla con algo más poderoso: la dignidad y el respaldo de un gobierno que confía en ella.
Sus salidas al interior, su contacto directo con la gente, nos devuelven algo que habíamos perdido: la sensación de que el presidente está cerca, haciendo su trabajo. Tiene usted un gabinete con la oportunidad de pasar a la historia. Hágalo concertar con todos los sectores del país, promueva el diálogo con los gremios, con los empresarios, con los jóvenes y con los trabajadores.
Que el Estado vuelva a funcionar, que las obras emblemáticas —como Choquequirao o el aeropuerto de Chinchero— avancen con transparencia y sin retrasos. Reglamente las leyes que esperan hace años, como la Ley de Turismo y la de Zonas Económicas Especiales, y gobierne de cara al país, con serenidad y sin cálculo político.
Y recuerde, presidente: usted tiene algo que pocos han tenido. Primero, su juventud. Segundo, que llegó al poder sin hacer campaña, por lo que no le debe favores a nadie.
No tiene que rendirle cuentas a ningún grupo ni interés particular. Solo al país… y a Dios.
Por eso, le digo desde el corazón: gane usted las elecciones de abril, señor presidente.
No con votos, sino con acciones. Gánelas con el ejemplo, con diálogo, con resultados. Gánelas siendo el presidente que nos recordó que la política puede ser un servicio, no un negocio. Gánelas como Fernando Belaunde soñó: convocando, integrando, construyendo.
Porque si sigue ese camino, si mantiene la firmeza de sus convicciones y la serenidad de su propósito, en abril, señor presidente, usted habrá ganado las elecciones… aunque no figure en ninguna cédula.
Hasta mañana, señor presidente.
Publicado en Expreso, 11 de noviembre de 2025.
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